¡¡¡¡Hola Hermanos!!!!
Alguna vez se preguntaron…
¿Para qué
desconfiamos?
El miedo, las dudas se esconden detrás de la desconfianza.
Por lo general buscamos las culpas en las situaciones
externas o en los otros, para justificar
nuestra desconfianza, en realidad nada de lo exterior a nosotros es
suficientemente importante y fuerte para ser desconfiados.
La cuestión no está afuera de nosotros, sino dentro de
nosotros, son nuestras propias dudas y temores los que nos hacen desconfiar y
en esa desconfianza comenzamos a construir barreras de separación, entre
nosotros y los otros.
Construimos bloqueos que con el tiempo se manifiestan en enfermedades
como el cáncer, la depresión, la bulimia, la anorexia o las úlceras gástricas.
Al no dejar circular esas dudas, no logramos iluminarlas con
emociones positivas, que se manifiesten en la apertura de nosotros hacia
nosotros mismos nos encerramos en un caparazón, endurecemos las estructuras,
nos volvemos inflexible.
¿Por qué dudamos?
La mayoría de las veces, porque escondemos miedos a ser
heridos, a ser juzgados, a ser traicionados o a perder espacio de poder que
construimos a través del tiempo.
Nos incomoda el aceptar que algo o alguien nos cambien nuestras estructuras,
ese andamiaje que nos protege de posibles “ataques externos”.
Ejemplo:
Beatriz había organizado su vida entre su trabajo, la
familia y sus amigas, pero un día llega a la oficina, una nueva integrante,
Esther, que no era una compañera más, ella había logrado su misma organización
de vida, pero con un poco más de especialidades en el área laboral y un toque
de flexibilidad en las relaciones interpersonales dentro del trabajo, actitud
que no era muy practicada por Beatriz.
Fue así que Esther se acerco a Beatriz para entablar una
amistad, pero…
Beatriz lo sintió como una invasión y su reacción ante este
acercamiento fue entablar en su interior una lucha entre la desconfianza y el
temor a:
Ser desplazada de su lugar.
Perder su espacio de
dominio.
Sentir que la imagen
que proyectaba a sus otros compañeros de labor, se fuera diluyendo ante la presencia de Esther.
Entonces…
Reacciona imponiendo distancia, reserva, dudas, críticas
hacia esta nueva compañera de trabajo.
Finalmente Esther decide concentrarse en su trabajo entablar
amistad con otros compañeros y alejarse de Beatriz, de sus críticas continuas.
En este sencillo ejemplo, no hay ganadores ni perdedores,
pues ambos lados deben crecer.
Beatriz, debe aprender a soltar sus miedos que le hacen
sentir desconfianza hacia Esther y el camino más certero es recuperar la
confianza en ¡¡¡¡SI MISMA!!!!
Le entregó el poder a Esther, ella representaba más que su
propia capacidad y experiencia, se debilitó y prefirió rechazar, tomar
distancia, buscar diferencias, pues en ellas encontraría la “separación de los
territorios” y recuperaría su soberanía.
Esther… ¿Qué le quedó por aprender?
Su aprendizaje consistía en continuar acercándose a Beatriz,
a pesar del rechazo inicial, darle tiempo para que disuelva la desconfianza y
la reemplace por comprensión.
Ambas partes detuvieron el aprendizaje que se podía obtener a
través de un intercambio más flexible, comprensivo y compasivo.
La desconfianza es resultado de la escasa confianza en sí
mismo.
Si nos sentimos seguros de nuestras capacidades, talentos y
habilidades, nadie ni nada debe hacernos tambalear.
Si las diferencias de apreciaciones aparecen en un
intercambio coloquial, pues quizás surjan porque ambas partes necesitan
incorporar algo que les hace falta, como:
*Un nuevo o distinto
punto de vista de una situación.
*Aceptar la
existencia de una nueva realidad, aunque no la compartamos.
*Aceptar que el otro
no siente como nosotros, pero por ello no es ni peor ni mejor que nosotros.
*Aceptar que en las
diferencias están encerrados amplios aprendizajes, necesarios para nuestro
crecimiento interior.
La desconfianza nos separa de nosotros mismos, nos quita la
posibilidad de crecer, pues nos encerramos detrás de las barreras del miedo.
Si logramos disolver el miedo, trascenderlo, lograremos
ampliar nuestra cosmovisión.
Incorporaremos una visión amplia de la realidad, logrando soltar
la visión 3D, hasta sentir que en las”
diferencias” está la mano del Creador que todo lo une y le otorga un sentido ÚNICO.
Descubrir ese sentido único que proyectan las diferencias,
que tanta desconfianza nos producen, es llegar a encontrar en nosotros mismos
esa capacidad de aceptación tanto hacia los otros, como en nosotros mismos.
Somos lo que somos en este Aquí y Ahora, pues somos el
resultado de la incorporación de las
energías que fuimos asimilando en los aprendizajes y si nos cerramos a lo
nuevo, demoramos los aprendizajes que nos falta adquirir.
Ante una situación adversa o una persona que no congenia con
nuestro sentir, debemos preguntarnos, antes de rechazarla o desconfiar:
¿Qué puedo aprender
de esta situación o persona?
¿Qué nueva energía
debo incorporar, restablecer o disolver?
Debemos sentir lo que “vive” detrás de la desconfianza, que
vacio debemos completar, que aspecto negativo debemos disolver.
Y después cuando
llegaron las respuestas a nuestro Ser Interior, simplemente…
Soltar situaciones,
personas, pasado, expectativas de un “futuro”.
VIVIR EL HOY Y EL
AHORA
Fuimos enseñados durante siglos a rechazar, a temer, a
juzgar todo lo que era distinto a nuestras estructuras de pensamientos pero,
HOY, comprendemos que las nuevas energías nos conducen al encuentro de
situaciones distintas que nos invitan a aceptar su existencia, aunque no la
compartamos (aún).
Esa nueva realidad que la sentimos “peligrosa”, es la que
debe existir para abrir nuevos caminos y dejarnos crear una nueva realidad en
5D.
Reemplacemos la
desconfianza por la confianza en nosotros mismos.
Somos los
constructores de nuestras vidas,
de nuestra felicidad
y de nuestra desdicha.
La confianza es fe,
es esperanza,
es darnos una oportunidad
para cambiar,
para aceptar que
existe otro camino,
que quizás en algún
momento podemos
acceder a él.
Hasta nuestro próximo encuentro con una total y absoluta
confianza en que nos reuniremos en PAZ y AMOR INCONDICIONAL.
Ashamel Lemagsa.
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